Conversemos sobre emociones y comunicación, y los factores que te ayudarán a entablar conversaciones difíciles, en donde las emociones en la comunicación van brontando de manera natual, pudiendo incluso no ser placenteras para una de las partes.
La comunicación hoy en día.
Es imposible pensar que la comunicación no es un factor relevante dentro de toda relación, ya sea en un entorno profesional, de pareja, de amigos o familiar.
Desde que despertamos nos estamos comunicando, comenzando por nosotros mismos, nuestra comunicación interna, la conversación del desayuno en familia o la conversación con tu equipo de trabajo sobre el último chisme, todo es comunicación.
Pero no solo «la conversación» es comunicación, hoy en día los canales de comunicación son mucho más diversos.
Hace ni siquiera tantos años atrás, nuestra principal forma de conversar era únicamente en persona, pues encontrarnos era la única manera o principal de comunicarnos. Ya recuerdo yo de niño esperando a que llegará mi padre del trabajo para pedir un permiso para un compromiso que para mí corta edad consideraba de vida o muerte.
En la actualidad, tenemos muchos canales que utilizamos para comunicarnos, así por ejemplo tenemos las redes sociales, el WhatsApp, el correo, los audios, etc. Todos entornos o canales que van haciendo que la comunicación en si se pueda tornar más compleja, pues estamos más expuestos a malinterpretar o cambiar la intención o entonación, cambiando totalmente el mensaje y por tanto provocando emociones diferentes a las deseadas.
Una conversación difícil la exponemos aquí como una situación en donde los temas que se pueden tratar implican la provocación de emociones que pueden no ser placenteras para una o todas las partes involucradas.
¿Que entendemos por conversaciones difíciles?
Como seres humanos que somos (asumo que quien lee este post es un ser de mí misma especie o a lo más un motor para indexar información) es imposible no habernos visto enfrentados a conversaciones que nos generaron incomodidad, o resistencia, ganas de terminar de hablar, o de querer que la conversación finalice lo antes posible.
Una conversación difícil la exponemos aquí como una situación en donde los temas que se pueden tratar implican la provocación de emociones que pueden no ser placenteras para una o todas las partes involucradas.
Para llevarlo a un ejemplo sencillo recuerdo en el ámbito personal conversaciones difíciles como cuando se trataba el término de una relación de pareja, e independiente del rol que me tocase en esa conversación, la misma generaba emociones diversas y poco agradables. En el ámbito profesional también ocurre, por ejemplo, en «sesiones de feedback» que pueden estar mal dirigidas o no realizadas en los momentos precisos, pueden terminar convirtiéndose en una conversación difícil. En definitiva, estamos siempre expuestos a tener conversaciones difíciles, lo que hace que revista una importancia mayor el conocer como poder enfrentar de mejor manera una conversación de este tipo.
La importancia de los pensamientos y emociones en la comunicación.
Es bastante normal y común que gran parte del día tengamos una conversación con nosotros mismos, estos diálogos internos a veces son inconscientes, y en otras ocasiones son también un poco más dirigidos, como por ejemplo cuando queremos reflexionar sobre algo y nos auto cuestionamos. Según el enfoque cognitivo conductual estos diálogos internos pueden influir directamente sobre nuestras emociones, y estas emociones a su vez pueden tener una influencia directa sobre nuestro comportamiento.
Vamos a un ejemplo, imaginemos que queremos solicitar un aumento salarial a nuestro supervisor, y hemos preparado la conversación que tendremos la mañana de hoy. Pero segundos previos a la conversación nos ponemos a pensar que quizás nuestro superior está de mal animo hoy, que quizás este no es el momento, y esto nos provoca cierta angustia, cierto nerviosismo, algunos podrán sentir algo en el estómago, a otros quizás les puedan sudar un poco las manos, el tema es que cuando entramos a la conversación vamos con una carga emocional no placentera y esta inseguridad provocará que nuestro comportamiento también cambie, entonces podemos quizás dialogar de manera dubitativa, o que no utilicemos las palabras que habíamos planeado para ayudar a nuestro discurso, pues nuestro comportamiento ha cambiado dado los pensamiento previos de «que no era el momento pues nuestro superior estaba de mal ánimo».
Por tanto, es muy importante considerar que un estado emocional, que puede ser provocado por un pensamiento previo, experiencias anteriores, o factores externos, también influye en el comportamiento.
Ahora bien, también es importante entender que el estado de ánimo, y la actitud, también influyen en como enfrentamos una situación, por lo que para una misma conversación podemos llegar a resultados diferentes dependiendo del estado de ánimo con que esta conversación se enfrenta.
Y por qué no mejor evitar las conversaciones difíciles.
En este punto alguien podría pensar que quizás lo mejor es entonces evitar las conversaciones difíciles.
«¿por qué exponerse a una conversación difícil?»
La verdad es que por lo generan las conversaciones difíciles están relacionadas a temas que revisten importancia, por lo tanto son temas que de una u otra manera deben ser tratados, no conversarlos es como convivir con un elefante rosado en la habitación, en donde nadie habla del elefante rosa que todos ven, esperando que algún día desaparezca por arte de magia, o que todos los de la habitación se acostumbren a la incomodidad.
¿Te parece eso sano o ideal?
Para mí no lo es, y por eso soy de los que opina que hay que tener esas conversaciones, el arte está en poder crear el ambiente e intentar elegir el mejor momento, y eso involucra el estar atento a las emociones.
Manos a la obra, recomendaciones para entablar conversaciones difíciles.
Si bien es cierto que en cualquier momento podemos de repente encontrarnos en una conversación difícil, nos enfocaremos en las conversaciones difíciles que podemos planificar. Estas son las conversaciones en las que enfrentamos un tema complicado o anticipamos situaciones complejas y decidimos llevar a cabo esa conversación.
Veamos entonces los factores que son relevantes a estar atentos para tener estas conversaciones.
Un factor que considero muy relevante es referente al objetivo de la conversación, debemos tener claro porque queremos tener esa conversación, y transparentar dicho objetivo, el cual pudiese apuntar a comenzar a cimentar el camino que nos permita destrabar una situación que nos ha traído hasta este punto.
En ese sentido debemos siempre durante la conversación tener ese objetivo en mente, eso nos permitirá también que nuestra discusión evite enfocarse «la persona» y nos permite llevar el foco a «la situación», evitando de esta manera los ataques personales.
Otro tema relevante es el permitirse estar en desacuerdo, hay que tener claro que no todos opinamos igual, que no todos tenemos las mismas creencias, por ello es importante siempre el permitir que todos puedan dar su opinión, expresar sus puntos de vista, y por sobre todo escuchar atentamente, para lograr ponerse en el lugar del otro, y para que todos los involucrados se sientan realmente escuchados.
Cuando tenemos conversaciones complejas es fácil que podamos sentir diferentes tipos de emociones, por tanto otro tema importante es el transparentar y comunicar las emociones que estamos viviendo, pues es también beneficioso, por una parte le permite al otro entender lo que podemos estar sintiendo, y por otro lado ayuda también a nosotros mismos a poder disminuir la intensidad de esa emoción y poder llevarnos a un estado emocional más calmo, o menos incomodo, lo que nos permitirá enfrentar la conversación de mejor manera.
Tener claro que puede ser necesario el darse tiempo, entender que podemos llegar a un escenario en donde lo mejor para la conversación es detenerse y darse tiempo, ya sea para tomar aire, o para reflexionar, asimilar lo conversado. Hay que ser flexibles en el hecho de que lo que pensamos que sería «una única conversación» quizás pueda extenderse.
A nuestro cerebro, y por tanto a nosotros, nos gusta tener la razón, por lo tanto, no es difícil que en una conversación queramos buscar el «demostrar que tenemos la razón», pero muchas veces ese enfoque nos puede llevar a puntos muertos en la conversación, por tanto, es importante cuestionarse que tan importante es dentro del contexto de la conversación ir hacia el punto «demostrar que tenemos la razón», para entender si llevar la conversación a ese terreno será fructífero.
A medida que la conversación se desarrolla, quizás logremos poco a poco identificar temas donde compartimos opinión.
Identificar y resaltar esos puntos de interés compartido resulta útil para verificar si se pueden empezar a encontrar áreas comunes donde se logren acuerdos. Esto también ayudará a armonizar la intensidad emocional de la conversación.
En definitiva es importante saber que tener conversaciones dificil es parte de lo que nos toca como seres que vivimos en sociedad, pero que sin duda estas conversaciones nos ayudarán a crecer, a fortalecer relaciones, e independiente del rol que nos toque jugar en una conversación dificil sacaremos de ella un aprendizaje que nos pueda servir para futuras nuevas conversaciones.